¿Cómo un país que viola los derechos humanos puede ser anfitrión de la COP29? Greta Thunberg
- SALOME ROJAS VERGARA
- 11 mar
- 4 Min. de lectura

Autor del artículo: Abigail Calderón
Fecha de publicación: 12 de noviembre del 2024
Palabras clave:
· Azerbaiyán
· COP29
· Greenwashing
· Derechos Humanos
· Crisis climática
La elección de Azerbaiyán como líder de la COP29 ha desatado una gran controversia, ya que el país no solo es reconocido por su economía dependiente de los combustibles fósiles, sino también por su historial autoritario y violaciones a los derechos humanos. Este artículo plantea una reflexión crítica sobre cómo la COP29, bajo el liderazgo de Azerbaiyán, podría no ser una plataforma genuina para combatir la crisis climática, sino más bien un espacio de “greenwashing” que blanquea las malas prácticas de un régimen que oprime a su población y perpetúa conflictos bélicos.
A través de las palabras de activistas como Greta Thunberg, se expone la incongruencia entre el discurso ambiental y las acciones reales de Azerbaiyán, que sigue explotando combustibles fósiles mientras oprime a su pueblo y comete crímenes de guerra en Nagorno-Karabaj. En este contexto, la COP29 podría quedar como un ejemplo más de cómo las cumbres climáticas, en lugar de promover la acción real, legitiman regímenes autoritarios y su control sobre los derechos humanos.
Introducción: El artículo inicia planteando la contradicción de la elección de Azerbaiyán como líder de la COP29, un país con un historial de violaciones a los derechos humanos, en un contexto de creciente crisis climática.
Desarrollo: En esta sección, se detalla el enfoque del gobierno de Azerbaiyán respecto a la crisis climática y cómo su economía depende del petróleo y el gas. También se profundiza en las acusaciones de greenwashing y la contradicción de un país con un gobierno autoritario liderando la COP29. Se habla de la represión interna, las violaciones a los derechos humanos y el uso de la cumbre para mejorar la imagen del régimen.
Conclusión: El artículo concluye destacando las contradicciones entre la retórica de la COP29 como una plataforma para la paz y la justicia climática, frente a las acciones de Azerbaiyán que perpetúan la opresión y el conflicto bélico. Se subraya la necesidad de un enfoque integral para combatir la crisis climática sin ignorar las violaciones de derechos humanos.
El tema principal del artículo es la contradicción entre los objetivos proclamados de la COP29 y las prácticas del país que lidera el evento. Azerbaiyán es un país con un régimen autoritario que ha sido señalado por represión política y violaciones a los derechos humanos, especialmente contra minorías étnicas en la región de Nagorno-Karabaj. Además, su economía sigue siendo mayoritariamente dependiente de la exportación de petróleo y gas, lo que va en contra de los objetivos del Acuerdo de París de reducir las emisiones de carbono.
La crítica central de los activistas como Greta Thunberg es que, a pesar de que el gobierno de Azerbaiyán intenta presentar la COP29 como la “COP de la paz” y una oportunidad para impulsar la “energía verde”, el país sigue fomentando la producción de combustibles fósiles y reprimiendo cualquier tipo de protesta interna o crítica. Este escenario crea una desconexión flagrante entre lo que se predica en la cumbre y lo que realmente ocurre en la práctica.
Además, la participación de Azerbaiyán en este evento refleja una tendencia preocupante en otras cumbres internacionales, donde algunos países organizadores han utilizado su rol para mejorar su imagen global, al mismo tiempo que continúan con políticas represivas y con una falta de compromiso real con la justicia climática. Este fenómeno es conocido como "greenwashing", donde los países intentan presentarse como ambientalmente responsables mientras siguen apoyando sus economías dependientes de los combustibles fósiles.
Por otra parte, la represión política en Azerbaiyán no solo afecta a sus ciudadanos, sino también a los asistentes internacionales a la COP29, quienes expresan temor por su seguridad y la posibilidad de protestar libremente durante la cumbre. Esto agrega una capa de hipocresía a un evento que debería ser un espacio de diálogo y acción conjunta para enfrentar los desafíos globales del cambio climático.
El artículo subraya las contradicciones fundamentales de la COP29, al ser liderada por un país cuya política interna y modelo económico están directamente en conflicto con los objetivos de la cumbre. La elección de Azerbaiyán pone en duda la efectividad de las conferencias de la COP como foros serios para abordar la crisis climática y la justicia social. Además, la falta de un enfoque integral que combine justicia climática con los derechos humanos agrava el sentido de desconfianza hacia estos eventos.
El análisis concluye que la comunidad internacional debe ser más crítica con las decisiones tomadas respecto a los anfitriones de las cumbres climáticas y presionar para que los países asuman un compromiso verdadero tanto con la protección del medio ambiente como con los derechos humanos. De lo contrario, las cumbres de la COP podrían seguir siendo solo una fachada para los intereses económicos y geopolíticos de los países más poderosos.
La elección de Azerbaiyán como líder de la COP29 es un claro ejemplo de cómo las cumbres internacionales pueden ser utilizadas para mejorar la imagen de un país que no está comprometido con los principios de justicia climática ni con la protección de los derechos humanos. En el contexto local, este artículo resalta la importancia de no solo defender el medio ambiente, sino también los derechos fundamentales de todas las personas, sin excepción. En muchos países, como México, donde las desigualdades sociales y la corrupción siguen siendo prevalentes, es necesario garantizar que las políticas ambientales también incluyan una dimensión de justicia social que proteja los derechos humanos.
Asimismo, en países con un fuerte vínculo a los combustibles fósiles, como Venezuela o Ecuador, es necesario cuestionar las políticas públicas que priorizan la explotación de recursos naturales sin considerar sus consecuencias ambientales y sociales. Los gobiernos deben comprometerse de manera efectiva a cumplir con los acuerdos internacionales y no simplemente utilizar estas conferencias como un medio para limpiar su imagen.
Este artículo nos invita a reflexionar sobre la importancia de que los eventos internacionales, como la COP29, sean verdaderos espacios para la acción climática real, que no solo apunten a la sostenibilidad ambiental, sino también a la justicia y los derechos humanos. La lucha por un futuro justo y equitativo debe ser integral y no debe dejar de lado ninguna de estas áreas fundamentales.
Comments